miércoles, 27 de febrero de 2008

VIGILIA


Caminaba muy lentamente como si sus pasos llevaran plomo, tenía miedo a estar sola. Observaba a la gente en el Kiosko y se preguntaba si eran felices, veía sus rostros iluminados y las sonrisas las escuchaba con un eco profundo. Abrazó con fuerza el morral que llevaba y se sintió desprotegida, vulnerada. Se sentó frente a la iglesia del barrio; la fachada lucía inmaculada y el gran protón era una invitación a la celestialidad. En un instante se remontó a sus años de infancia y se vio en el umbral de alguna iglesia de la mano de su madre.


Todo había pasado tan rápidamente que sólo el repicar de las campanas llamando a misa la sacaron de sus remembranzas. ¿Qué buscaba? ¿Por qué tenía lastimada el alma?... Buscó entre sus recovecos y aún asi no encontró respuesta. Su mirada persiguió a una anciana que llevaba un canasto con dulces y los ofrecía cariñosamente. -Cómo no comprarle- pensó, tal vez así se endulce un poco la vida. Y sus dedos ansiosos buscaron un dulce de leche que de manera afanosa entró en su boca causando placer y serenidad. El deleite gustativo transgredió su piel y en un estado de conmoción dejó caer sus párpados en señal de aprobación.


Llegar a su hogar era entrar en una cueva aletargada que la invitaba al suicidio linguistico, las palabras no circulaban, era como si se hubiese establecido una zona de sitio para poder estar incomunicada. ¿Qué es lo que necesitaba?, ¿Por qué reclamaba ser querida? quizá no lo era, menos aún amada. Despabiló su mente y con arrojo se plantó en los adoquines gastados por el tiempo y se dispuso a tomar el callejón para llegar más aprisa. Estaba decidida a saber el por qué de sus descuidos, el olvido de la noche extenuante, de la rapidez del saludo mañanero y la pereza de la plática diurna.


Caminó con firmeza, su cabellera se agitaba con el aire y su caminar erguido le propinó piropos de aquellos que también llevan roto el espiritu. Sólo faltaban cuatro cuadras y lo encararía con prontitud. Los jeans deslavados imprimieron furor y sus labios comenzaron a contraerse en una mueca que intentaba ser optimista.


Sacó de la bolsa derecha de su pantalón el llavero plateado con un arlequín vienés que una amiga le trajo del viejo continente. Suspiró profundo, colocó la llave en la chapa y al girarla su corazón dio un vuelco de 360º, los latidos iban incrementando y las manos blancas temblaban junto a la esperanza.


La puerta se abrió, la sala ocre estaba vacía, un olor a vino tinto se encontraba en el aire y algunas películas descansaban en la mesa de centro. Sus ojos guiaron sus pasos a la recámara con el anhelo de observarle el rostro y en él un dejo de preocupación y espera. Pero no, la cama cobijaba un cuerpo inerte y tibio que nunca imaginó que faltara algo en ese refugio al que llamaban hogar. Dio un hondo respiro, empezó a despojarse de sus ropas y junto a ellas guardo la paciencia, la tristeza y el dolor. Entró a las sábanas y al mismo tiempo se sumió en la vigilia del sueño...aguardando sólo por esa noche la plenitud de ser feliz.

martes, 26 de febrero de 2008

XI


A Yaque

Esta tarde sentí que mi corazón corría tras el tuyo,
descubrí que mi fuerza era tan débil y desprotegida,
rompí con mi vida porque quería dártela,
y de repente entre murmullos alegres, letras y números
me encuentro sola, sola, completamente sola.
Cuando me pregunto por Dios, sé que existe
en algún rincón de mí,
pero ésta sombra tan pecadora no podría pedirle nada a cambio.
Que te amo, ¡No sé cuánto!, que te imploro
¡bastantes veces! pero éste vacío que siento en la barriga,
es tristeza, coraje, soledad,
fastidio con ese puto cáncer, que te come y me devora.
Libértame de ésta agonía, deja que me bañe con tus ojos
y bésame para que duerma como cuándo era pequeña.

lunes, 25 de febrero de 2008

V




Alineando mis pasos me dirijo hacia ti,
no rebaso mis temores y aún me permito respirar lentamente,
quedo, muy quedo te miro como deseando no perturbarte,
he salido de pronto de esa coraza negra en la que me he escondido
y me proclamo libre de este ahogo
que encandila mi mirada.

Hoy estoy resuelta a permitir el escape de mi misma,
no fraguo ninguna esteategia
más me siento delatada por las luces grises que me examinan cuidadosas
el calor irrumpe en mi piel, despadazo mi cordura
y me dejo llevar por la marea de tu voz,
no estoy del todo entera, has arrebatado parte de mi,
me tienes, tú me tienes fraccionada y es imposible reconstruirme por entero
más me doy, soy tuya, tuya,
en tus manos moldéame, reclúyeme en tí, perpetúame en la epidermis
no descanses, yo estoy aquí.

domingo, 24 de febrero de 2008

POR QUÉ NO HE DE AMARTE





























Por qué no he de amarte...
si tus pies silenciosos venían a mi
mientras los desnudos troncos de los truenos
gemían al roce del aire
y lograban cobijar con sus artificiosos pasos
mi alma moribunda hambrienta de calor
y tu piel escribía en mi geografía
volviendo cada vez más visible mi propia sombra.


Por qué no he de amarte...
si te tengo sin tenerte
y te toco aún en la ausencia
de los días laboriosos, insípidos
de mi semana inglesa.


Por qué no he de amarte...
si el humo del incienso dibuja para mí tu voz
y esa, tu voz, se convierte en mi tercera vía,
alternativa y constante, febril y fresca,
límpida y lejana.

Aguardando en la red




Domingo por la mañana, la luz entraba por la ventana y ella no quería levantarse. Al lado de su cama el buró con el portaretratos de madera que enmarcaba la foto que le recordaba su amor puro y eterno. Con las cobijas entrelazadas en su cuerpo quedó divagando sobre la eternidad. ¿Qué es lo eterno?... Sus ojos se entrecerraron con más fuerza y se concentró en su presente. No quería pensar si todo duraría como ella lo había planeado. Los dedos de sus pies se frotaron continuamente haciendo un ruido muy extraño pero que le arrullaba.

El reloj digital marcaba 8:45 am, muy temprano en domingo, podría quedarse dos horas más, pero le angustiaba que el celular no marcara un mensaje para que ella fuera a su encuentro. Se habría olvidado de ella?, estaría en una cama protegido por otro cuerpo? o tendría llamado de emergencia en su trabajo?. Con más fuerza aún cerró los ojos. No quería analizar. Lo cierto es que el sueño había huído.

Se levantó y al dirigirse al espejo vio su pijama beige con rayas cafés y levantó la blusa para admirar un poco su cuerpo. ¿En verdad le gustaba o era un juego común entre mujer y hombre cibernautas? No lo sabría. Observó su rostro cansado y pasó sus dedos por el cabello recien teñido por su amigo Gibrán. Él le aseguró que se veía ¡Divina!, así que con fuerzas renovadas esbozó una sonrisa. Tenía que procurar entusiasmo en ella, sino, quién lo haría.

Entró a la ducha, retiró la ropa de su cuerpo, un pequeño temblor le obligó a arroparse con sus brazos. Reguló el agua, sabía que lo caliente le sentaba bien y todo comenzó a llenarse de vapor, el espejo empañado difuminaba su figura, pero así le gustaba. En estado extasíado se quedó paralizada permitiendo que el agua recorriera su cuerpo, no se movía, cerraba sus ojos creyendo que llegaría a la gloria. Tomó el shower gel y lo colocó en su esponja de baño; se acarició tan quedamente que en un momento se sintío amada. Después de varios minutos cerró las llaves del baño y con parsimonia secó su anatomía.

Al salir del baño se sintió nueva, fresca, limpia, otra. Entró a la cocina y sacó del refrigerador un bote con jugo de naranja y vació un poco del líquido en un vaso transparente con flores moradas, sorbió un poco y su boca se llenó de satisfacción. Atravesó la sala y subió las escaleras para ir a su recámara, encendió el minicomponente y Miguel Bosé se esparció por la habitación "...y por vos muero...", la voz del español le causaba una sensación de paz y resguardo. Del tocador tomó su body cream y la untó de manera tan queda que en un momento se pensó que su cuerpo se movía espasmódicamente porque recordaba otros momentos. Sacó del tocador la ropa interior, el coordinado blanco de algodón fue el elegido; así fue maquillando su rostro, y entre polvo y polvo admiraba su cuerpo cansado, 35 años le obligaban a usar productos anti-age, todo un ritual. Colocó el toque final con un labial que no contenía plomo, el cáncer que le causaba terror.

Del closet sacó su vestido blanco tipo Chanel, lo colocó en ella y se admiró por unos minutos frente al espejo. Arracadas plateadas y un reloj de pulsera adornaban el atuendo, el toque final lo daría el cabello degrafilado color chocolate, un poco de mousse en su mano y lo esparció por la melena que incitaba a una fotografía publicitaria. Tomó su bolso de bambú y del interior cogió un frasco de perfume, un poco en el cuello, las muñecas y entre las piernas. Se sintió segura, bella, libre.

Bajó a la sala, revisó que nada estuviera desordenado. Tomó las llaves de su auto ford Fiesta y su lap top, salió apresurada, quería ser de las primeras en tomar el desayuno buffet del California y sobretodo tener un lugar en el área de Internet inhalámbrico. Lo esperaría como todos los domingos a través de una pantalla fría Sony y un café americano descafeinado, esperando con ansia que le diga TE AMO.

martes, 19 de febrero de 2008

Un poco de mi...


Mi nombre es Blanca Estela, nací en la antiguamente llamada “Región más transparente” un 5 de enero de 1973. Cuando llegué al mundo y mi primer llanto llenó mis pulmones de oxígeno, mis padres se dieron cuenta de que era una niña de piel clara y blanca; tanto que decidieron llamarme así, Blanca, como la espuma del mar. Además reconocieron que sería tan hablantina como mi abuela paterna y por ello me pusieron un segundo nombre Estela. Creo que mi nombre es muy largo y aunque no me desagrada, acepto que en todos los lugares (incluso en mi hogar) sólo me nombran con el primero.

Crecí al interior de una familia conformada por regiomontanos y guerrerenses, lo cual siempre me dio dos visiones de las formas de llevar a cabo las cosas. El norte y el sur. Dos polos tan contradictorios y a la vez tan cercanos. El cabrito y el pozole se degustaban en un hogar en donde se escuchaban los Alegres de Terán y el Acapulco Tropical conjuntamente.

Toda la vida creí que viviría para siempre en esa ciudad maravillosa, en la que el smog, los claxons y los vendedores ambulantes pululaban entre los transeúntes. Pero como todo lo que nace muere, el amor que mis padres algún día se profesaron ante un altar se terminó y mi madre huyó a su terruño suriano, quizá anhelando reencontrar su pasado feliz o a algún novio de juventud para rehacer su vida. Nunca indagué.

Sólo sé que llegué al maravilloso y tan publicitado Puerto de Acapulco. Siempre deseé vivir ahí, imaginaba que todos los días iría a la playa y pasearía por la costera. Pero, ohh! desilusión, entendí que ese “Acapulco” era únicamente para turistas, y yo ya no era una de ellos. Por el contrario pasaba a formar parte de aquellos que se agobiaban con las altas temperaturas, los camiones destartalados y el lenguaje que se come la S.
Siempre fui una joven que se interesaba por la cultura y procuraba embeberme en todos los eventos que surgieran en el Fuerte de San Diego, El Centro de Convenciones o la Biblioteca Central. Claro está, sin dejar de lado la bohemia y la parranda con mis grandes amigos de Preparatoria. Ahora sé que fue una de las etapas más entrañables.

Para hacer mi instrucción superior me dirigí a la ciudad Capital del estado de Guerrero: Chilpancingo. Cuando bajé del autobús cargada de sueños, respiré profundamente porque sabía que esta ciudad me guardaría por varios años. Y así fue. Ingresé a la Escuela de Comunicación de la UAG. Me gustaba mucho esa carrera, comencé a escribir en periódicos y a hacer programas de radio (acerca de los Beatles); todo iba viento en popa, pero un virus me contagió: El amor, penetró en mis poros, en el alma y en el cerebro. Sí, ya sé, la oxitocina es la que segrega la esencia del amor; pero yo en ese momento pensaba que cientos de campanas sonaban cada vez que veía a ese joven deportista y estudiante de la misma disciplina que yo. Y me casé. Más a fuerza que queriendo. Y es que en realidad por mi mente no pasó que tuviera que llevar a cabo un ritual para estar con el hombre que amaba, pero como mi madre era ( y sigue siendo de cierto modo) una chilapeña católica recalcitrante no aceptaba que viviera en unión libre, negociamos que lo haría sólo por lo civil. Esto de las leyes también abruma no?. Pero ni modo. Me casé un 20 de junio de 1993 con un hombre inteligente que ha entendido el proceso de ser mujer independiente y colaboradora de esta sociedad que ha hecho a un lado la visión de género. De esa unión nació un niño que no sé si afortunada o desafortunadamente se parece mucho a mí, y no físicamente, sino en el carácter y en los gustos. No sé si aplaudir o no.

Después de casada entendí que los libros seguían tocando a mi puerta e ingresé a la UAFyL para estudiar Literatura. Profesión que amo y a la cual le debo momentos de angustia, pasión, desprecio, tristeza o alegría. En ella he cobijado mis sueños y esperanzas entendiendo que otros en algún momento sintieron o pensaron como yo.

viernes, 15 de febrero de 2008

MUJERES, MUJERES, MUJERES

Decía Simone de Beauvoir que no se nace mujer sino que se llega a serlo. Y hoy, que se ha celebrado a las mujeres; como un boom han salido en los medios masivos de comunicación que hay generalas, taxistas, plomeras, dentistas, peluqueras, empresarias, electricistas. Cuál es el asombro, siempre han existido esas mujeres, sólo que las limitaban al espacio privado. Me ha asaltado la pregunta de el por qué a cada paso que daba me preguntaban si no me habían dado el día libre para festejarme. Qué festejo? Si yo pido igualdad, no deseo que me obsequien nada, sé laborar a la par y no hay mejor reconocimiento que el saber que hago mi trabajo, con pasión y entrega; como lo debe hacer cualquier integrante de uno u otro género.

Ser mujer significa pertenecer a un grupo invisibilizado que no es tal, significa fuerza creadora y resistencia. Aún queda mucho por hacer, el camino de la equidad está en proceso, se construye día a día en cada espacio. Hoy las mujeres no podemos resistir los ultrajes, pero para ello, debemos reeducar a los que están a nuestro alrededor (hombres y mujeres) y recordemos que si exigimos algo no es una dádiva sino un derecho que como humanas tenemos.

Nadie hará el cambio por nosotras, no esperemos que seamos comprendidas y aceptadas, será un proceso largo. Pero nada ha sido fácil en nuestro planeta, así que a seguir trabajando para transitar por una sociedad igualitaria.




jueves, 14 de febrero de 2008

Otro 14 de febrero vendrá!

La gente corría de un lado a otro buscando el obsequio adecuado para el amor de su vida. Corazones, flores, osos de peluche, bolsas aderezadas con confetti y globos multicolores caminaban entre los hombres y mujeres que estaban enamorados. Será que el amor se puede adherir a un ser en esta fecha de manera muy especial?... o será que no quisieron quedar mal y tenían que dar su mejor presente. No lo sé.

Lo que sí sé es que muchos besos, abrazos, cachondeos, hoteles y hasta automóviles fueron testigos de otro 14 de febrero que busca hacer creer, a nosotros, simples mortales, de que el amor existe. Hoy una estudiante decía que el amor es una enfermedad que va consumiendo poco a poco a quien la sufre y para la cual no hay cura. Vi su rostro y lo decía con tal seriedad que entendí los síntomas y diagnostiqué aislamiento constante.

Yo no creo en el amor. En verdad, no creo en él. Siempre he pensado que es sólo un pequeño momento de emoción, una etapa de éxtasis y desenfreno. Eso es el amor. La ansiedad de ver llegar al que hace que sientas revoloteos en el estómago y por el que haces reverendas estupideces. Luego, cuando todo se ha asentado, se regresa a la normalidad.

No quiero depender de nadie para vivir.

Será que tengo miedo a saberme mal amada?, tal vez. Pero no quiero sufrir por ese que dice que me ama, prefiero sentirme segura de lo que hago y pienso. No puedo negar que aquel en que pienso, al que le mando mensajes, al que sabe o intuye que le amo, le entrego mis palabras sin reparos, sin tiempo, sin tapujos. Le grito que le necesito, que sus letras me hacen bien, que su piel hace que siga viva y que sus besos me han dado la saciedad en la espera. Pero no, no le puedo amar. Me quiero sola y viva. El buen cupido no hecho mella en mi.

Otro 14 de febrero más, tarjetas en el olvido, abrazos desesperados, citas no cumplidas, novi@s extraviados y platicas eternas en el portal del hogar aguardarán otro año. Ahorren dinero, energías y el amor que les haya quedado. Al fin y al cabo el amor no es medible, pero siempre otro día de San Valentín vendrá!

Yo me quedo con el buen Sabines para llenarme de amor.

ME DUELES
Me dueles. Mansamente, insoportablemente, me dueles. Toma mi cabeza, córtame el cuello. Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma búscame, escúchame. En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama, pide tu asombro, tu iluminado silencio.
Atravesando muros, atmósferas, edades, tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto) viene desde la muerte, desde antes del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad tu rostro, qué ternura de luz ensimismada, qué dibujo de miel sobre hojas de agua!
Amo tus ojos, amo, amo tus ojos. Soy como el hijo de tus ojos, como una gota de tus ojos soy. Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme, del suelo, de la sombra que pisas, del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños. Levántame. Porque he caído de tus manos y quiero vivir, vivir, vivir.

Jaime Sabines

miércoles, 13 de febrero de 2008

Marcas de agua

Marcando el espacio aprendo a retroceder,
me desesperan tus palabras en marcas de agua,
diluidas que se agotan como manantial perenne.
Nada representa la voz superflua y vana
que acompaña los cansados dedos desesperanzados por la espera.

Y aguardando bajo el frío manto oscuro
vas deshojando el tiempo para que
termine y se encharque como el agua
sucia después de la lluvia.

Vigencia ritual bajo tus párpados melancólicos
que despiertan mis desesperados sueños
que buscan contemplar
lo acuoso de tu mirada.
Te rescataré de esa nube
pantanosa que es la soledad.

martes, 12 de febrero de 2008

Todas las mañanas me levanto con gran ánimo porque inicia un nuevo día, sí, ya sé, dirán que en realidad miento porque es muy difñicil despertar y comenzar el ajetreo diario. Sin embargo, puedo comentar que en verdad me gusta levantarme porque voy a mi trabajo y hago lo que me gusta. ¿A qué me dedico? Soy profesora y me encanta.
Trabajar con otros acerca del conocimiento es algo interesante, a cada momento aprendo cosas y me involucro con los mundos de aquellos que buscan "afanosamente" el conocimiento. Sin embargo, cuando en un aula percibo el tedio juvenil, recuerdo mis días de escolar y entiendo el por qué de las nulas tareas, la falta de lectura o el desinterés. En qué momento el joven advierte que el ir a la escuela es un martirio y no un gozo.
¿Será que como profesor@s hemos equivocado la estrategia? ¿Qué se podra hacer?
Es una realidad que no hay receta mágica para la enseñanza, por más cursos de actualización al magisterio, si en tus venas no corre el ímpetu de dar lo que tu sabes y recibir lo que desconoces ninguna teoría de Vigotski o Piaget servirán. Recordemos que el estudiante tomará de nosostros el ejemplo (positivo o negativo) formativo y que por esa razón somos formadores o deformadores de generaciones enteras. Grave, NO LO CREEN?
Hoy debo confesar he sentido profunda tristeza, porque la labor docente ha sido vilipendiada no sólo por los estudiantes sino también por los mismos colegas que no toman en serio su profesión. Ellos serán los profesores buena onda, los más alivianados, los que sí valen la pena. Y los otros los malqueridos y los odiados.
Es cierto que la escuela no te enseña lo que es la vida, es en la vida diaria, en la calle, con los amigos, en el hogar que nosotros nos moldeamos; pero la instrucción escolar nos da herramientas que conforme avanza la existencia se van empleando.Del mismo modo entendemos que las calificaciones no representan conocimiento, muchas veces habla de un desvelo cafetero o de un buen acordeón. No, la calificación no interesa. Lo que sí interesa es que nos asumamos como ignorantes de lo que desconocemos y pongamos manos a la obra para poder llenar ese vacío intelectual.
Sí me gusta mi trabajo y mucho. Bienvenido otro día de desaciertos, buenas puntadas y caras de sorpresa cada vez que lees Edipo Rey o cuando enseñas el uso de la B. No importa el desazon diurno, siempre será importante pensar en una nueva oportunidad para enseñar algo que no ha sido conocido.

lunes, 11 de febrero de 2008

"Tu risa me hace libre, me pone alas"

Creía en el amor y se comprometía hasta el tuétano...se apasionaba y lo decía de palabra y por escrito...también con las manos y los ojos...con sollozos a medianoche. Por esa razón le creí siempre que me decía: TE AMO. Por las tardes, cuando ibamos caminando por la calle Zapata y se pegaba a mi brazo sentía ese clamor extraño de las hormonas. Verle a los ojos me permitía entrar a un espacio de otro tiempo en el que se han recorrido varias millas.
Escuchar de sus labios a Miguel Hernández "Tu risa me hace libre, me pone alas" elevaba mi hemoglobina y me rendía ante los hilos plateados que le caían por la sien. El café se agolpaba en un tarro repleto de palabras distantes y profundas que eran testigo de nuestro secreto. Los otros nos miraban, sabía que lo hacían porque el humo del cigarro no dismulaba la morbosa incógnita que representabamos en ese pequeño café de la esquina.
En mi tristeza le pedí que no se fuera, que aguardara un poco más...él simplemente no me escuchó y se perdió en el tumulto gris de una tarde de viernes, tropezando entre escolares y burócratas aburridos me abandonó. No sé si se le diluyó la gramática o la primavera de mi voz le espantó la querencia.
Ahora busco leerle con los ojos bien cerrados, con los oídos y la boca, con la memoria cuando duermo, aunque apenas pueda deletrar su nombre.

domingo, 10 de febrero de 2008

ULTIMA ESTACIÓN

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La estación del metro Hidalgo estaba al tope, creo que a las 7:00 a.m. todo el mundo quiere llegar a su destino y vivir el día lo mejor posible. Entre empellones y jalones subí al gran monstruo anaranjado y me senté al lado de un señor que despedía un penetrante olor a tabaco, me pregunté si a tan temprana hora el tipo podría fumar, y sentí náuseas de pensarlo, no, no es que yo no disfrute de un cigarro en una buena charla y un café o después de aquél prodigioso acto sexual, pero a las 7:a.m. no, eso es verdad.

El metro es un recuento diario de nuestras vidas, entramos en él sin pensar en las historias que en su interior traslada, pero sólo basta ver cada uno de los rostros de nuestros acompañantes obligados. Ya recorridos Juárez, Balderas y Niños Héroes, percibo al final del vagón a una pareja que empalaga con sus apapachos, él desliza su mano por su rostro y ella lo contempla como a la imagen religiosa a la que es más devota, será que tienen poco de novios o cupido ha prolongado la existencia del ambiguo amor, creo que ha de ser interesante capturar el sentido efímero del sentimiento torturador, ¿se venderá en el centro de la ciudad o se adherirá a uno con las esencias mágicas que anuncian por la tele?...no lo sé.

Un sobresalto causa el que nuestro sistema colectivo de transporte se detenga a media ruta, en el subterráneo; por inercia todos comienzan a inquietarse, miran su reloj, se alistan la corbata, y una que otra toma el espejo de su bolso para arreglar el labial, son segundos, pero tales, son eternos.

Llegando a División del Norte se sube un joven acompañado de una guitarra, de pantalón deslavado y camisa a cuadros, tiene ojos lindos, su cabello largo y una boca muy rica, me río de pensar en lo que pensé y volteo mi cara para no ser sorprendida, luego, los acordes musicales inundan a los pasajeros, y ese vagón se convierte por momentos en un recinto íntimo en el que cada quien traslada a su vivencia la melodía: “La recuerdo así, como la luz del día que deslumbra en el umbral...”, y como hechizo mágico despertamos al oír la invitación.
–Gracias, gracias, con lo que usted guste cooperar, gracias, gracias-.
El sonido de las moneditas me hizo reaccionar y tomé de mi bolso de mezclilla mi cartera y saqué de él una moneda de $5.00 que deposité en su mano, él sonrió levemente, y esos, sus ojos lindos me miraron fijamente. Tal vez le sorprendió la moneda, acostumbrado a las de $1.00, o quizá, y eso es lo que realmente deseo, es que le haya causado buena impresión. Él bajó en Zapata y el metro siguió su camino.

En el trayecto a la otra estación recordé a mi profesor de arte, un exiliado cubano, que añora su isla y sus mojitos, pensé en él porque en esa mañana en unos cuantos minutos había recorrido igual que el metro existencias ajenas a mí, que no impedían la marcha, por el contrario me mostraba el placer de perderme en ellas, y eso es para él “sensibilizarnos”, encontrar en el arte las vidas de otros andan a nuestro lado y nos marcan para siempre.

El metro se detuvo, me levanto y salgo de él como una partícula más del aire, Coyoacán mi última estación y el principio de otro día más.

CONTINUAMENTE IMAGINABA LO QUE ERA ESTAR SIN TI





Continuamente imaginaba lo que era vivir sin ti. Quizá mi estado emocional revolucionaba de diferente manera, creía que estar separados sería la etapa ideal para no dañarnos, sin embargo, ahora sola, me siento desprendida de mi piel, de ti, de mi vida.

¿Te has preguntado si me extrañas? …yo sí, me da miedo pensar que ni siquiera me recuerdas, que has olvidado la talla de mi brassiere y mucho menos que no me gustaba que subieras los pies en la mesa de centro. Que sientas que la cama (esa en la que nos estrechábamos) es acogedora y duermas como un bendito.

¿Crees que el olvido llega con el tiempo? … yo no, porque eso que se vive queda guardado, almacenado, como si fuéramos archivos muertos, donde acto tras acto queda para cada vez que buscamos documentarnos. Dicen que el tiempo lo sana todo. Qué es todo, ¿ese abrazo perdido? ¿tu barbilla sobre mi pecho? ¿la ausencia de tu respiración?... el tiempo nos enseña a guardar en lo hondo de ese armario, pero no, no nos sirve para enviar al cesto de basura los momentos vividos.

¿Recuerdas cómo nos conocimos? … yo sí. Tus piernas largas y tu boca pequeña se metieron en mis ojos y de forma inmediata tu seriedad lastimosa y tu pelota de baloncesto atravesó mi subconsciente e hizo que me enamorara casi de inmediato.

¿Piensas que el amor se mata con el tiempo? … yo no, más bien nosotros matamos al tiempo y al amor, vivimos acelerados, ponemos muros, cerramos nuestras manos y nos alejamos de nuestro sueño; dicen que los sueños son irrealizables, pero cuando se cristaliza ese sueño, se convierte en una realidad, y esa realidad es dura, dolorosa, creativa y también enriquecedora.

¿Darías tu vida por la mía? … yo sí, porque al pensar que este mundo no sintiera tu pasos, que el aire no penetrara tus pulmones, que el mosco no picara tu piel y tus ojos no miraran el tráfico, romperían el esquema de un mundo perfecto. Si tan sólo faltaras unos segundos se descompensaría el universo y la ley de la relatividad estaría extinta.

¿Te levantas a medianoche porque no puedes dormir? … yo no, porque cuando penetro en mi cuarto y acomodo mi cuerpo en la cama, me sumo en la profundidad nocturna para que tu silueta me acompañe, si yo pusiera un pie debajo de ella, me daría miedo de que tu imagen se esfumara como la sombra de Peter Pan.

¿Reconoces lo doliente de las tardes del domingo? … yo sí, porque mi asueto aunque ocupado no sabe agarrarse de nada, los libros inundan mi mente y mis ojos no degustan las imágenes que en 24 por segundo me invitan a otras realidades. La pizza es incolora, insabora e inodora, sí ya sé que esas son características del agua, pero, la simpleza de ese platillo italiano no me llama a introducirlo a mi boca.

¿Eres feliz viviendo inconexo de mi? … yo no, no me acostumbro a no echar mi brazo en tu espalda, no recorrer tus ojos para decirte estoy bien, no logro convencerme de esta ausencia que inunda mis poros, no me permito romper con el esquema, no logro verificar si el daño ya fue hecho o se está llevando a cabo.

Continuamente imaginaba lo que era vivir sin ti… Hoy mi imaginación me lleva a la deriva. Me urge que suene un celular, se asome a la ventana, toque a mi puerta, llueva en mi boca o se ilumine la noche. Porque sin duda, tu recuerdo esta logrando que mi agonía vaya in crescendo.

jueves, 7 de febrero de 2008

CLANDESTINIDAD GATUNA






Él me observaba continuamente y me incomodaba. Su mirada me seguía tras la ventana y yo corría las cortinas para no ver esos ojos amarillos que me aturdían. Cuando me sentía protegida, caminaba de puntillas hasta llegar a la recámara haciéndome a la idea de que ya se había retirado; me acostaba en la cama, tomaba el libro de Rosa Montero La loca de la casa, leía dos páginas y de repente mi pensamiento se encontraba afuera y no en el ejemplar de bolsillo que me habían regalado en un aniversario, así que de manera muy queda lo cerraba y de forma sigilosa tomaba los extremos del moaré y mi ojo asomaba turbado para darse cuenta de que no se había movido ni un centímetro y que su mirada fijada en mi ventana sólo se movía cuando entrecerraba sus rasgados ojos.

El corazón latía aprisa como cuando el temor se apodera de nosotros y nos convierte en un ratón delicioso que no sabe dónde guarecerse, traté de pensar en otra cosa alejándome hacía la sala, prendí el televisor y me senté en el love – seat. ¿Por qué me sentía atraída por su mirada y al mismo tiempo me causaba estupor y miedo?. El televisor hablaba en otro idioma, no entendía nada, pero no tenía ánimo de cambiarle porque en realidad no veía el aparato, sólo quería tener ruido para huir de él; mi piel lo sentía cerca, tibio, suave…hermoso.

Freya le heredó su mirada y eso era lo que turbaba mi pensamiento, anhelaba un beso para que pudiera silenciar aunque fuera un poco los pesares de esta soledad tan concurrida, y juntos hacer frente a las desdichas de la vida. ¡Qué estaba diciendo! Tonterías… no éramos el uno para el otro, pero…entonces por qué me urgía sentirle cerca de mi, si ni siquiera me decía nada, nunca murmuró, sus pasos silenciosos y en línea recta me enloquecían.

Quizá ¿era necesario que me lamiera toda para calmar mi ansiedad?, mi dedo índice enroscaba mi cabello color chocolate mientras el noticiario vociferaba del peor atentado en Medio Oriente... todos los días era el peor atentado. ¿A dónde llegaríamos?. La lluvia comenzó a caer afuera como largos listones esplendentes… pensaba en él.

9: 45 de la noche, sonaba el timbre y yo aletargada no quería levantarme de mi pesadez, Lalo había llegado...lo último que deseaba.
–Espero no haberte molestado, sabes? Te traje el vino que tanto te gusta.
Servía dos copas y yo con una mueca por sonrisa ni pude decirle: Basta!
-¿Sabes que te quiero?...
No, no lo sé. No quería saberlo.

Afuera, una serenata de maullidos reclamaban y amenazaban por lo que era suyo…por qué estás tan lejos de mí, ronronea mi alma. No podía ser honesta y decir que quería salir corriendo por el callejón y encontrarte. Por fin entendía a Hemingway cuando decía que los gatos tienen una absoluta honestidad emocional; los seres humanos, por una u otra razón podemos ocultar nuestros sentimientos.
-Dame otra copa de vino. Te amo Lalo.