sábado, 30 de agosto de 2008

Alfonsina

Huele a humedad, el dolor de las sábanas se adhiere a la piel agrietada por el pasado, su mano se desliza por sus senos y los sostiene porque buscan escapar como el olor de sus ojos. La ventana le taladra el día, sabe que tiene que desperezarse y enfrentar el recorrido, a su jefe y el café mal hecho. Anhela el mar. Baja sus pies de la cama y siente el piso frio, helado como su boca. Sólo un boxer y una camiseta cubren su anatomía que se desliza escaleras abajo para tomar un poco de jugo de mandarina, sabe que con ello al menos por un rato desaparecerá el sabor de la soledad.

Enciende la radio y Mariano Osorio le da los buenos días, le dice que la vida es maravillosa y que el amor está a la vuelta de la esquina; ella se apura a arreglarse porque no quiere llegar a esa esquina y darse cuenta de que ese amor se ha ido como la espuma marina con la que juegan las caracolas.

Unos jeans deslavados, una camiseta blanca y una chaqueta de pana le atavían; sus botas negras hacen juego con sus gafas y su mochila. Lleva a cuestas los 35 años, el libro de El dulce daño que él le obsequió una tarde tomando una tisana de frutas secas, y una cartera de Disneylandia que le trajo de su último viaje. Apaga la cafetera, el radio y su emoción, sale del número 45 y camina por calle Solidaridad, toma el pesero, otras pieles se adhieren a ella, molestas, rugosas, simples, su cabello lacio emite sonidos de Dolce Gabbana y logra con un movimiento que el chofer le sonría, dibuja una mueca y sus ojos anhelan la próxima estación.

Entra al edificio de 23 pisos, toma el ascensor, revisa a sus acompañantes y los siente; un sonido le indica el 19 y las puertas abren con una sonrisa en su rostro, deja de lado la tristeza y la soledad, las noticias le aguardan, su voz dará a otros voz, se siente libre y segura, revisa su reloj 7:58 am, le pide que se estacione ahí en ese tiempo, en ese lugar, en esa cabina de la que no desea salir para reencontrarse nuevamente sola, aguardando a ese repeortero que le ha abandonado por una noticia y unas piernas largas que se asemejan a una prima ballerina. Un letrero iluminado le indica Al aire.

- Muy buenos días amable auditorio, el reloj marca los 8:00 am, bienvenidos a Por la libre un espacio donde el pensamiento se convierte en palabras, los saluda Alfonsina.

viernes, 29 de agosto de 2008

Pasos


Qué son los pasos que llegan a mi,

tan sólo miradas perdidas que se aspiran en el aire,

murmullos sonoros de esa soledad que se imbrica en la piel.


Esos pasos crispan la mirada pueril que rememora la conciencia,

lastimeros golpetean el asfalto y se abandonan a la multitud.


Mis pasos rastrean el escenario,

ese camino que aún no está hecho;

siento mis plantas lastimadas y pretendo huir.


Esos mis pasos me detienen,

camino hacia mi historia, mi nuevo vivir.

jueves, 28 de agosto de 2008

La casa de las sirenas


Sonreía afananosamente, su mirada repleta de gorrioncillos se iluminaban cundo escuchaba su voz, no le detenía el tiempo, al contrario, lo arrestaba para que nada mutara; era como si el poder de su abrazo le condujera por otra dimensión y viviera paralela a éste su mundo, tan suyo, tan real.

Recorría la calle de Tacuba, lloraba con los edificios y los grandes carteles, se sonrojaba ante el organillero y brincaba al comer una nieve "oración de amor" estilo Tepoztlán; nunca sintió sus pasos tan ajenos a su espacio, quería empacarlos y guardarlos debajo de la cama para que no se le escaparan; esa lluvia menuda le tocaba el rostro como aquellas notas del guitarrista ambulante de chaqueta gris que aguardaba afuera del hostal.

Los ojos risueños entornaban palabras jamás escuchadas, sus labios hambrientos discurrían entre los Estados Unidos y México, como dos ríos bifurcados retomaban el camino, entre las sábanas y las palabras de Chéjov.

-Linda, más que linda. Y su rostro se oscurecía por el temor de saberse engañada; pero su beso tierno y tormentoso le devolvía la paz que una vez extravío en el metro.

Están juntos, en cuerpo y alma, se sienten y se poseen. Ella deambula por la calle de Moneda, toma un mojito en La casa de las Sirenas y las campanas de la catedral le anuncian que su encuentro está cercano.

viernes, 22 de agosto de 2008

Conteo regresivo


Tu cuerpo se movía de manera candente, el sudor que brillaba en tu pecho invitaba a que le tocara de manera ilógica; de pronto tu mirada se posó en mì y mi boca reclamaba por morder tus labios. Nada se perdió en ese instante, sólo tus ojos que se clavaron en mis senos y yo sin ningín poder dejé que los examinaras como si buscaras un tesoro. Tus pasos andaron hacia ese rincón en el que me encontraba, la piel ruidosa te permitía entrar, tus manos traspasaron el algodón y me sentiste tibia y maravillada. Gilberto Santarrosa nos cantaba al oído y nuestras humanidades se abandonaron al ritmo cadencioso. Tu pierna entró en mi entrepierna y sabía de una pequeña muerte aún antes de sentirte pleno.

Las luces se encendieron y tu número se guardó en mi bolso, tu abrazo durmió a mi lado y en la mañana siguiente partimos juntos al trabajo. - Adiós amor.

martes, 19 de agosto de 2008

El Orgasmo del fascismo


Los diferentes momentos históricos por los que ha atravesado la humanidad han dejado en las generaciones posteriores el ánimo de conocimiento o bien la frustración por las atrocidades que se cometieron aún en contra de otros humanos.

Las prácticas sexuales de cada etapa, también representan las ideologías que se llevan a cabo y en muchos casos el sexo se ha empleado como arma estratégica para conseguir información. Tengo en mis manos el libro El Orgasmo del fascismo de Osvaldo Pagani y conforme se fueron muriendo sus páginas con la luz nocturna encontré que los jerarcas del movimiento fascista totalizaron no sólo al estado sino también sus preferencias y locuras eróticas mostrando en algunos casos patologías estridentes que nos obligan a repensar el por qué de estos personajes, sus delirios de grandeza y sus debilidades.

El texto cuenta cómo Fedora Sandelli se convirtió en la "madame" del centro de diversión de los hombres del fascismo, su testimonio da cuenta de las urgencias carnales y del entorno psicosocial en el que se desarrollaban cobijados por la guerra, el abandono y la desesperación. Con un lenguaje coloquial y a manera de memoria, esta mujer desnuda sus encuentros con Mussolini y Hitler. Una casa de citas, un burdel donde el cuerpo se abandona a las más desenfrenadas pasiones y donde la humanidad extravía aún más a éstos que se llamaron seres humanos.


Pagani, Osvaldo. El orgasmo del fascismo. Editorial Vivido, España, 1978.