martes, 18 de mayo de 2010

VI

Los dedos resbalan agrios y somnolientos
por la superficie nacarada de mi piel,
se ocultan del desamparo idílico,
medrosos se entregan a los afligidos labios,
piden silencio.
Los cuerpos yacen en la oscura noche
llora el plenilunio, encharca los cráteres.
Luna llena
arranca el tedio de las sábanas
porque los días se arrastran por debajo de la puerta
dejándonos solos.

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