El rostro oculto me dio la señal de su llegada. No tenía luz en su mirada, sus manos frotaban sus piernas y su boca exploraba vocablos mudos. El miedo le traspasaba los poros y su respiración lenta hablaba por su tedio. Cansancio, pesar, fastidio, tristeza, dolor...
Había dejado todo, su vida, su nombre, su cuerpo... Buscaba un camino, aguardaba una voz, levantaba ese rostro oculto, me daba una señal.
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