La araña consume el tiempo entre tejido y tejido
y yo lo condeno por las sombras que me presenta;
nada se guarda en ese reloj destartalado que está en el buró
cuando la pereza se agolpa en los latidos y el tic - tac se detiene.
Intruso escabulle sus segundos como ladrón que de puntillas huye de su víctima.
Oigo el ladrido agudo de un perro callejero que desespera con su soledad,
y yo le recrimino por que ésta, mi soledad puede hacerle compañia;
la taza verde guarda café que tirita por el abandono de mis labios
cuando pierdo el tiempo en observar las manecillas del reloj.
No hay comentarios:
Publicar un comentario