La calle silenciosa dormita a cuenta gotas
mientras un gato sigiloso deambula entre las malezas de la noche,
esa quietud insultante se agolpa en su cuerpo y su mirada
Sólo la observa la Luna
La soñolienta esfera que persigue a los noctívagos y enclaustra a los desaforados
teme de todo, de la silla desvencijada, del retrato gastado, de la pluma sin tinta
que detiene sus palabras
atraganta su pensamiento en las pequeñas cosas,
insignificantes cosas, intrascendentes cosas
Pupilas distantes que se enroscan en los letargos de Artume
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