jueves, 23 de octubre de 2008

Vacío


Se veía cansada, sus dedos reclamaban los días sedientos de palabras; sus ojos escurrían cada vez que intentaba formar un verso, y éste, despiadado huía temeroso para no ser encontrado. El corazón le latía de modo tan lento que imaginaba que era el sonido de una Remington de 1873. Dónde habían quedado las musas?, en qué momento se extravió la inspiración?.

La soledad de su casa le inundaba como si hubiese llegado la crecida y se lo hubiera llevado todo. Nada quedó de aquella palabra, dulce y atronadora con la que cada noche despilfarraba el amor que él nunca le tuvo.
El escritorio reclamaba su presencia límpida; sus ropas reflejaban el cansancio y el cabello que una vez fue brillante, hoy lucía opaco, casi gris. Nada quedaba de ese retrato arrugado que guardaba en la cartera negra. En el aire pululaba la soledad y la tristeza, se intoxicaba la pluma con tanto sinónimo barato y emigraba sigilosa porque no deseba bañarse con la tinta negra.

Por la ventana entró un frio intenso que recorrió su columna y éste se llevó su piel rosácea, arrugó el papel blanco y lo cubrió de lágrimas; la palabra se había alejado, como aquella pasión que una noche le hizo escribir un soneto y un nocturno... ven palabra!




2 comentarios:

Víctor dijo...

Lo quieras o no, la palabra vuelve, es un arma y una compañía, es miel y metal, es fuerza y descanso. Me he ido por un tiempo, pero he vuelto por mucho tiempo mas.

Anónimo dijo...

GRACIAS VICTOR! TE HE EXTRAÑADO...