jueves, 3 de julio de 2008

Carta No. 2

Amada Toba:
Escribo estas palabras al vacío, mi espacio en blanco comienza a gritar para que deje salir a estas grafías que se han apretujado en mi cuerpo, pero te diré que tengo un problema, no sé a dónde dirijirlas. ¿A dónde crees que pueda enviarlas?. Sé que nuestra formación judeocristiana, tan impuesta por las generaciones anteriores te fastidió y te alejaste definitivamente y por ello hoy tengo complicación para localizarte. Debo confesarte que yo retomé tu camino y ahora soy una atea constante. Sé que reirás y te preguntarás cómo he aguantado los diarios sermones de mamá y las peroratas de Lan. No ha sido nada fácil, pero te diré que no me arrepiento, estoy libre, cargué muchas culpas que no eran mías, dime, ¿por qué no nos permitieron decidir para elegir al Dios que nosotros anhelabamos?.
Ayer revisaba mis fotos que guardo tan celosamente en mi buró, porque ahora con la cámara digital éstas se han convertido en reliquias, y te cuento que encontré la foto en la que me llevaste a Africam Safari en Puebla, me reí de mis piernas regordetas y mi vestido rosa y corto que mamá me había confeccionado, me subiste a un pony y tú montaste una llama. Esta hermosa, tú estas hermosa. Tu cabello largo y lacio me hacía rememorar la época hippie y tus pantalones a la cadera eran una constante tentación para mí y mis 6 años.
Nunca te dije que cuando tuviste que ir al Distrito Federal el día de mi salida de Secundaria y me dejaste esa carta maravillosa lloré como una Magdalena, nunca te dije que también eras mi mami, mi sosten, mi eterna confidente. Pero, ya he escrito tanto de mi que no te he preguntado cómo estás, ¿pudiste ir a Roma?, ¿Qué me dices de Argentina?. Yo acabo de sacar el pasaporte, espero poder iniciar mis recorridos (¿crees que se molesten en casa?). Recuerda que yo no creo en nada. Más que en la buena voluntad y el amor de la gente y por esa razón no tengo esperanza de hacerlo después de mi último viaje.
Tengo que pedirte perdón porque prometí ir cada año a visitarte, pero no puedo hacerlo, te siento tan cerca de mi que se me hace tonto planearlo, además sé que no estás ahí. Tú nunca pudiste estar en un solo lugar.
Toba, ¿te sientes orgullosa de mi?, hubiera deseado que estuvieras en mi graduación. Sabes? dí el discurso de mi generación y todos se levantaron, dicen que fue hermoso. Ya han pasado cinco años, ahora soy profesora y tengo un poco más de lineas de expresión. ¿Te preguntarás por qué? pues bien, te comentaré que a veces los chicos no saben quién es García Márquez o el maravilloso Neruda y me pongo tan furibunda que mi cara se desfigura por el espanto. Recuerdas cuando leíamos "Puedo escribir los versos más tristes esta noche. / Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". / El viento de la noche gira en el cielo y canta. / Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
Sé que lo recuerdas porque yo era una enamorada irredenta y me diluía cada vez que mi voz se apostaba en mi corazón. Debo confesarte que aún hoy, después de tres décadas y media aún me sigo enamorando como colegiala. No entiendo el por qué. ¿Podrías explicarme?. No sé por qué me enamoro de una plática, de unos ojos serenos y de un texto que llega a mis manos con olor a tabaco.
Te he extrañado, me has hecho mucha falta, no puedo ocultar mis ojos acuosos cuando pienso en tí, en tu risa y en tus abrazos. Ya he ido a hacerme mi examen ginecológico, dicen que soy una prospecta para el cáncer, pero yo creo en que debo cuidarme y ser positiva. Dime, ¿alguna vez pensaste en la eutanasia?...yo sí, me hubieras reclamado?...Te amo. Esa sería mi justificación. No soportaba verte tan débil y demacrada porque tu sonrisa se ocultaba con el olor a medicina y el gusto por la gelatina de jerez se había perdido por completo aunque yo sabía que era tu favorita.
Tenía mucho odio cuando te fuiste, maldije a esos dioses y mis ojos explotaron como cataratas, mi boca seca gritaba tu nombre y el vestido blanco con el que partiste quedó tatuado en mi memoria.
Dime, dónde envío la carta? sé que no existe el cielo y que en esa tumba fría y sola tú no puedes estar. ¿Es verdad que tu alma anda recorriendo los países que te gustaban? ¿O es que te tengo al lado y por eso aspiro tu perfume y mi piel siente tu aliento?.
Toba, no te preocupes, mi carta llegará y sino, ten por seguro que la llevaré el día que me toque partir, la llevo tan grabada en mi ser que te la puedo recitar como cuando cantaba el verso del jardín de niños.
Te amo, no lo olvides. Y si un día te sientas a mi lado, sólo recuerda que no puedes beber café, avísame y te traigo una buena copa de vino tinto, juntas lo degustaremos como cuando me desposé.
P.D.:Te pido un favor, no me dejes. O llévame contigo, porque está muy cabrón vivir sin tí.

1 comentario:

Víctor dijo...

Te he leído en el papel, ya que mereces ser impresa, pasee por mi casa con tus dos ultimas cartas en mis manos, pero debo decir que esta es mi favorita, porque conjuga muy bien la historia con las sensaciones, introduces muy bien a la ficción de que la muerte no es tal y que es tan solo un viaje, relacionas momentos ficticios (si es que lo son) pasados con el presente del narrador, se me hizo muy corto el tiempo leyéndote. Debo decir que fue un tremendo halago que hayas encontrado interesante mi página y que pases a menudo a saludar.

Se despide un fan

PD: Todos los jóvenes deberían conocer a Neruda y García Márquez, deberían saber que esta en ellos la receta para volar.