lunes, 7 de abril de 2008

Una mañana


Apresuro mi andar, pretendo llegar a tiempo como todos los días. Observo a mis lados y es un gusto darme cuenta que a la institución donde laboro acuden más individuas que individuos; quizá piensen que me alegro porque soy sexista, pero eso no es así. Lo que sucede es que recuerdo lo que he leído en algunos textos en referencia al no acceso de las mujeres a las aulas de estudio, ya que era un espacio totalmente reservado a los hombres. Y hoy, jovencitas ingresan a los salones de clase y logran incrementar su intelecto para cambiar su realidad inmediata.


Miro detenidamente a los chicos que con ánimo fuman un cigarrillo entre sorbos de café, sé que ellos son producto de una masculinidad aprendida por siglos y que les ha heredado un espacio totalmente reservado para el sexo al que llaman fuerte. Pero, acaso ellos no sufren al ver una injusticia?, no perciben la ternura en un abrazo? , no aman? , no sienten la capacidad de ser padres?...Claro que sí, pero esta tradición cultural les ha mostrado que tienen que hablar fuerte, fruncir el ceño e insultar a bocajarro para que crean que es el más valiente. Les han acotado a espacios como el deporte para desfogar toda esa furia como si estuvieran en un campo de batalla en donde el único sobreviviente es el ganador. Sí, sé que ellos no siempre quieren ser asì.


Hoy, las mujeres han irrumpido en otros espacios antes vedados, pueden hablar de su sexualidad abiertamente, opinar cuando están en desacuerdo y hasta convertirse en campeonas de un deporte rudo. Hoy las mujeres están encontrando espacios y están rompiendo con aquellos ya establecidos por la sociedad. Buscan sin descanso su autonomía. Y aunque hay todavía muchas mujeres que no perciben el proceso de la equidad de género, sé que tarde o temprano esta lucha cobrará sus frutos.



"La autonomía es vivir en primera persona" Marcela Lagarde


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