Domingo por la mañana, la luz entraba por la ventana y ella no quería levantarse. Al lado de su cama el buró con el portaretratos de madera que enmarcaba la foto que le recordaba su amor puro y eterno. Con las cobijas entrelazadas en su cuerpo quedó divagando sobre la eternidad. ¿Qué es lo eterno?... Sus ojos se entrecerraron con más fuerza y se concentró en su presente. No quería pensar si todo duraría como ella lo había planeado. Los dedos de sus pies se frotaron continuamente haciendo un ruido muy extraño pero que le arrullaba.
El reloj digital marcaba 8:45 am, muy temprano en domingo, podría quedarse dos horas más, pero le angustiaba que el celular no marcara un mensaje para que ella fuera a su encuentro. Se habría olvidado de ella?, estaría en una cama protegido por otro cuerpo? o tendría llamado de emergencia en su trabajo?. Con más fuerza aún cerró los ojos. No quería analizar. Lo cierto es que el sueño había huído.
Se levantó y al dirigirse al espejo vio su pijama beige con rayas cafés y levantó la blusa para admirar un poco su cuerpo. ¿En verdad le gustaba o era un juego común entre mujer y hombre cibernautas? No lo sabría. Observó su rostro cansado y pasó sus dedos por el cabello recien teñido por su amigo Gibrán. Él le aseguró que se veía ¡Divina!, así que con fuerzas renovadas esbozó una sonrisa. Tenía que procurar entusiasmo en ella, sino, quién lo haría.
Entró a la ducha, retiró la ropa de su cuerpo, un pequeño temblor le obligó a arroparse con sus brazos. Reguló el agua, sabía que lo caliente le sentaba bien y todo comenzó a llenarse de vapor, el espejo empañado difuminaba su figura, pero así le gustaba. En estado extasíado se quedó paralizada permitiendo que el agua recorriera su cuerpo, no se movía, cerraba sus ojos creyendo que llegaría a la gloria. Tomó el shower gel y lo colocó en su esponja de baño; se acarició tan quedamente que en un momento se sintío amada. Después de varios minutos cerró las llaves del baño y con parsimonia secó su anatomía.
Al salir del baño se sintió nueva, fresca, limpia, otra. Entró a la cocina y sacó del refrigerador un bote con jugo de naranja y vació un poco del líquido en un vaso transparente con flores moradas, sorbió un poco y su boca se llenó de satisfacción. Atravesó la sala y subió las escaleras para ir a su recámara, encendió el minicomponente y Miguel Bosé se esparció por la habitación "...y por vos muero...", la voz del español le causaba una sensación de paz y resguardo. Del tocador tomó su body cream y la untó de manera tan queda que en un momento se pensó que su cuerpo se movía espasmódicamente porque recordaba otros momentos. Sacó del tocador la ropa interior, el coordinado blanco de algodón fue el elegido; así fue maquillando su rostro, y entre polvo y polvo admiraba su cuerpo cansado, 35 años le obligaban a usar productos anti-age, todo un ritual. Colocó el toque final con un labial que no contenía plomo, el cáncer que le causaba terror.
Del closet sacó su vestido blanco tipo Chanel, lo colocó en ella y se admiró por unos minutos frente al espejo. Arracadas plateadas y un reloj de pulsera adornaban el atuendo, el toque final lo daría el cabello degrafilado color chocolate, un poco de mousse en su mano y lo esparció por la melena que incitaba a una fotografía publicitaria. Tomó su bolso de bambú y del interior cogió un frasco de perfume, un poco en el cuello, las muñecas y entre las piernas. Se sintió segura, bella, libre.
Bajó a la sala, revisó que nada estuviera desordenado. Tomó las llaves de su auto ford Fiesta y su lap top, salió apresurada, quería ser de las primeras en tomar el desayuno buffet del California y sobretodo tener un lugar en el área de Internet inhalámbrico. Lo esperaría como todos los domingos a través de una pantalla fría Sony y un café americano descafeinado, esperando con ansia que le diga TE AMO.
El reloj digital marcaba 8:45 am, muy temprano en domingo, podría quedarse dos horas más, pero le angustiaba que el celular no marcara un mensaje para que ella fuera a su encuentro. Se habría olvidado de ella?, estaría en una cama protegido por otro cuerpo? o tendría llamado de emergencia en su trabajo?. Con más fuerza aún cerró los ojos. No quería analizar. Lo cierto es que el sueño había huído.
Se levantó y al dirigirse al espejo vio su pijama beige con rayas cafés y levantó la blusa para admirar un poco su cuerpo. ¿En verdad le gustaba o era un juego común entre mujer y hombre cibernautas? No lo sabría. Observó su rostro cansado y pasó sus dedos por el cabello recien teñido por su amigo Gibrán. Él le aseguró que se veía ¡Divina!, así que con fuerzas renovadas esbozó una sonrisa. Tenía que procurar entusiasmo en ella, sino, quién lo haría.
Entró a la ducha, retiró la ropa de su cuerpo, un pequeño temblor le obligó a arroparse con sus brazos. Reguló el agua, sabía que lo caliente le sentaba bien y todo comenzó a llenarse de vapor, el espejo empañado difuminaba su figura, pero así le gustaba. En estado extasíado se quedó paralizada permitiendo que el agua recorriera su cuerpo, no se movía, cerraba sus ojos creyendo que llegaría a la gloria. Tomó el shower gel y lo colocó en su esponja de baño; se acarició tan quedamente que en un momento se sintío amada. Después de varios minutos cerró las llaves del baño y con parsimonia secó su anatomía.
Al salir del baño se sintió nueva, fresca, limpia, otra. Entró a la cocina y sacó del refrigerador un bote con jugo de naranja y vació un poco del líquido en un vaso transparente con flores moradas, sorbió un poco y su boca se llenó de satisfacción. Atravesó la sala y subió las escaleras para ir a su recámara, encendió el minicomponente y Miguel Bosé se esparció por la habitación "...y por vos muero...", la voz del español le causaba una sensación de paz y resguardo. Del tocador tomó su body cream y la untó de manera tan queda que en un momento se pensó que su cuerpo se movía espasmódicamente porque recordaba otros momentos. Sacó del tocador la ropa interior, el coordinado blanco de algodón fue el elegido; así fue maquillando su rostro, y entre polvo y polvo admiraba su cuerpo cansado, 35 años le obligaban a usar productos anti-age, todo un ritual. Colocó el toque final con un labial que no contenía plomo, el cáncer que le causaba terror.
Del closet sacó su vestido blanco tipo Chanel, lo colocó en ella y se admiró por unos minutos frente al espejo. Arracadas plateadas y un reloj de pulsera adornaban el atuendo, el toque final lo daría el cabello degrafilado color chocolate, un poco de mousse en su mano y lo esparció por la melena que incitaba a una fotografía publicitaria. Tomó su bolso de bambú y del interior cogió un frasco de perfume, un poco en el cuello, las muñecas y entre las piernas. Se sintió segura, bella, libre.
Bajó a la sala, revisó que nada estuviera desordenado. Tomó las llaves de su auto ford Fiesta y su lap top, salió apresurada, quería ser de las primeras en tomar el desayuno buffet del California y sobretodo tener un lugar en el área de Internet inhalámbrico. Lo esperaría como todos los domingos a través de una pantalla fría Sony y un café americano descafeinado, esperando con ansia que le diga TE AMO.
1 comentario:
Hermosas palabras llenas de sentimiento y amor, y cada que vea las nubes moverse, sabre que el amor esta flotando sobre mi.
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