Por qué no he de amarte...
si tus pies silenciosos venían a mi
mientras los desnudos troncos de los truenos
gemían al roce del aire
y lograban cobijar con sus artificiosos pasos
mi alma moribunda hambrienta de calor
y tu piel escribía en mi geografía
volviendo cada vez más visible mi propia sombra.
Por qué no he de amarte...
si te tengo sin tenerte
y te toco aún en la ausencia
de los días laboriosos, insípidos
de mi semana inglesa.
Por qué no he de amarte...
si el humo del incienso dibuja para mí tu voz
y esa, tu voz, se convierte en mi tercera vía,
alternativa y constante, febril y fresca,
límpida y lejana.
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