miércoles, 27 de febrero de 2008

VIGILIA


Caminaba muy lentamente como si sus pasos llevaran plomo, tenía miedo a estar sola. Observaba a la gente en el Kiosko y se preguntaba si eran felices, veía sus rostros iluminados y las sonrisas las escuchaba con un eco profundo. Abrazó con fuerza el morral que llevaba y se sintió desprotegida, vulnerada. Se sentó frente a la iglesia del barrio; la fachada lucía inmaculada y el gran protón era una invitación a la celestialidad. En un instante se remontó a sus años de infancia y se vio en el umbral de alguna iglesia de la mano de su madre.


Todo había pasado tan rápidamente que sólo el repicar de las campanas llamando a misa la sacaron de sus remembranzas. ¿Qué buscaba? ¿Por qué tenía lastimada el alma?... Buscó entre sus recovecos y aún asi no encontró respuesta. Su mirada persiguió a una anciana que llevaba un canasto con dulces y los ofrecía cariñosamente. -Cómo no comprarle- pensó, tal vez así se endulce un poco la vida. Y sus dedos ansiosos buscaron un dulce de leche que de manera afanosa entró en su boca causando placer y serenidad. El deleite gustativo transgredió su piel y en un estado de conmoción dejó caer sus párpados en señal de aprobación.


Llegar a su hogar era entrar en una cueva aletargada que la invitaba al suicidio linguistico, las palabras no circulaban, era como si se hubiese establecido una zona de sitio para poder estar incomunicada. ¿Qué es lo que necesitaba?, ¿Por qué reclamaba ser querida? quizá no lo era, menos aún amada. Despabiló su mente y con arrojo se plantó en los adoquines gastados por el tiempo y se dispuso a tomar el callejón para llegar más aprisa. Estaba decidida a saber el por qué de sus descuidos, el olvido de la noche extenuante, de la rapidez del saludo mañanero y la pereza de la plática diurna.


Caminó con firmeza, su cabellera se agitaba con el aire y su caminar erguido le propinó piropos de aquellos que también llevan roto el espiritu. Sólo faltaban cuatro cuadras y lo encararía con prontitud. Los jeans deslavados imprimieron furor y sus labios comenzaron a contraerse en una mueca que intentaba ser optimista.


Sacó de la bolsa derecha de su pantalón el llavero plateado con un arlequín vienés que una amiga le trajo del viejo continente. Suspiró profundo, colocó la llave en la chapa y al girarla su corazón dio un vuelco de 360º, los latidos iban incrementando y las manos blancas temblaban junto a la esperanza.


La puerta se abrió, la sala ocre estaba vacía, un olor a vino tinto se encontraba en el aire y algunas películas descansaban en la mesa de centro. Sus ojos guiaron sus pasos a la recámara con el anhelo de observarle el rostro y en él un dejo de preocupación y espera. Pero no, la cama cobijaba un cuerpo inerte y tibio que nunca imaginó que faltara algo en ese refugio al que llamaban hogar. Dio un hondo respiro, empezó a despojarse de sus ropas y junto a ellas guardo la paciencia, la tristeza y el dolor. Entró a las sábanas y al mismo tiempo se sumió en la vigilia del sueño...aguardando sólo por esa noche la plenitud de ser feliz.

3 comentarios:

eagle dijo...

Todo con calma, y con ilucion. Tu triunfaras y la felicidad te llegara. No te des por vencida.

Otra vez la Lépera dijo...

De antemano digo, que lo que considero poesia es lo que escucho a través de la música más que leerla, y aquí encaja muy bien un dicho que se avienta la Haddad en una de sus rolas: "Más vale vivir sola con gracia y algría, que envejecer acompañada sintiendote sola"... Son los vestigios de estos tiemos tan modernos e individualistas

Victor M Ortiz Gonzalez dijo...

Coincido con la musicalidad de la prosa que senala Otra vez la espera. que nos lleva en el deambular solitario y en el ansia resguardada y latente que el carino congelado, retenido, o cadudo genera. El paralelo sugerido de la viejesita de los dulces y el personaje es muy bueno. Con Eagle, vaticino exito, felicidad, y un reencuentro con el amor y la pasion correspondida a la personaje tan bien llevada por tu prosa poetica. Felicidades y lo mejor que se acerca.