viernes, 23 de mayo de 2008

Segundo frente




Adquirió un boleto para la función de las 4:00 pm, exhibirían Marie - Jo y sus dos amores, revisó el boleto y con parsimonia sus pasos se dirigieron a la sala 2. Un joven alto y delgado le dio la bienvenida y cortó su entrada. -Que la disfrute.
La sala bañada de una luz amarillenta iluminaba a unas parejitas amorosas que se resguardaban en sus abrazos. Él se acomodo en la séptima fila, calculando que la pantalla quedara en un término intermedio, y así contó 1, 2,3,4,5,6,7 butacas y aguardó para que el cácaro apagara la luz. Mientras tanto observó la sala desgastada y vieja, podía ver en el suelo los resfrescos derramados de la función del día anterior y una que otra palomita de mantequilla que escapó de sus dueños para no ser devorada. Sacó su celular y lo puso en silencio, no quería que nada le interrumpiera en ese ritual visual y sonoro al que estaba a punto de entregarse.
Las luces callaron y comenzaron a aparecer los créditos. Robert Guédiguian era el director, pensó en ese instante En Último Verano y se pensó como un obrero más de esta gran empresa neoliberal. Se puso inquieto, cómo daría salida a ese laberinto de pasiones de Marie - Jo. La música comenzó por relajarlo y de pronto se sumió en ese estupor sensorial que le sentaba tan bien.
Nunca iba acompañado, creía firmemente en su soledad y su crítica cinéfila. No toleraba los murmullos chocolateros, ni los besos cachondos que escapaban a la imagen central de la trama, mucho menos los lloriqueos del nene que no tuvo con quien quedarse en casa. Se sabía dueño de la imagen, en 24 por segundo ese mundo era entregado sólo para él.
La protagonista se veía confusa, dos hombres le pertenecían en cuerpo y alma, pero no era plena porque no podía decidir a quién dejar. A media luz, observó a una pareja que desatendía el díalogo francés porque la música invitaba al calor corporal y al desliz de la mano por unos senos redondos. Sintió estupor y sus ojos se clavaron en la pantalla. ¿Qué era la vida sin pasión?.
No creía que Marie - Jo cortara sus venas, no quería creer que perdería esos dos cuerpos que le ataviaban de caricias y desconsuelos. Le compadeció, quería entrar en la pantalla y salvarle. Quería darle paz y un poco de sexo, dicen que no sólo de pan vive el hombre.
Cerró los ojos, recordó a Jimena y sus encuentros furtivos detrás del portal para que no la viera su esposo, anheló su olor y con movimiento lento se llevó la mano al zipper y le pidió paciencia a su compañero.
La palabra Fin cayó al vaiven de esa música francesa que tanto mueve el corazón, espero a que todos salieran y se levantó inconforme con la decisión de Marie - Jo; quién dijo que no se ama a dos al mismo tiempo. Salió del cine buscando una mirada, aquella que le permitiera ser un segundo frente.

1 comentario:

Belano dijo...

Me gusta la propuesta que haces en éste texto, la denuncia y la voz poética que asumes como narrador. Hay un sólo detalle que debes revisar para mejorarlo: Precisa la acentuación de cada palabra utilizada como puente para acercártenos. Un abrazo y buenas vibras recibe, Blanca. Belano