Las aceras dibujan mis huellas que apresuradas detienen su ánimo,
enlazaré su sudor al mío, y ese su olor se resguardará en mi tierra acrisolada,
la negrura de su cabello blanqueará mi alma como si fuese un ángel.
Hombres y mujeres corren por los andenes, no quieren que su esperanza parta,
comparten gestos, maletas y alguna que otra magazine para romper el tedio,
las grandes aves les esperan, ruidosas anuncian su luz.
Su mirada rompe el cielo y gotean las alegrias,
la cercanía enerva los cuerpos a través de las palabras,
la metamorfosis del sueño a la gran realidad.
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